Tenemos que aprender a gestionar nuestras contraseñas y para evitar riesgos derivados de una mala gestión de las mismas, podemos aplicarnos unos consejos muy sencillos como: no compartirlas con nadie, asegurarnos de que son robustas, es decir, que sean con números, mayúsculas, etc.; no utilizar la misma contraseña en diferentes servicios, tener mucho cuidado con las preguntas se seguridad, utilizar gestores de contraseñas, etc.
¿Por qué deben ser secretas? Si compartiéramos la misma clave con diferentes personas, estas podrían acceder a cualquier cuenta, dispositivo, etc. que contenga la misma contraseña. Para ello podemos hacer contraseñas robustas, con longitudes de ocho caracteres, combinando mayúsculas, minúsculas, números y símbolos. No debemos usar claves formadas a partir de la combinación de varios elementos, como nuestro nombre y la fecha de cumpleaños.
Un error que cometemos a veces es reutilizar contraseñas, porque aunque cambiemos algunas letras por números, podrían saber cual es, igual que si de un nombre y apellidos, ponemos las siglas.
Tenemos que tener cuidado con las típicas preguntas de recuperar claves, como ¿Cómo se llama tu mascota? o ¿Cuál es tu comida favorita?. Si pusiéramos una respuesta muy fácil la gente que nos conoce bien podría descubrirlo.
En resumen, las contraseñas que utilicemos deben ser seguras y robustas; si las olvidamos tendremos una opción de recuperarlas que sería un gestor de contraseñas, con el cuidado de no olvidar la contraseña del gestor porque si la olvidamos no podremos recuperar ninguna de las demás.
Fuente: OSI
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